Los Consagrados Bajo Sacramento formamos un Cuerpo Espiritual bajo la Ley de JesusCristo.
Nuestro principal sentido es poner por Obra la Voluntad del Padre en cada uno de nosotros...

JesusCristo y el Bautizo

Sabemos que Cristo encarnó en Jesús y estableció una Ley para la consagración de todos los creyentes: El Bautismo.
Juan el Bautista avisa que él bautiza por agua y que vendrá otro que bautizará con un Sello superior: por Fuego. Con Nicodemo, un líder de los Fariseos, Jesús declara que para entrar al Reino de Dios se debe nacer por Agua y por Fuego. Entonces por estos dos Sellos: Agua (psiquis-alma) y Fuego (Sello de nueva vida en el Espíritu), el Ser queda en grado de recibir conscientemente el Espíritu Santo.
El Bautismo es el inicio del Camino de Consagración para el creyente, un camino de vivencias en el Espíritu. El Sello de Agua se hace bajo autorización de Dios Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Con el Sello de Fuego la persona comienza a tomar plena consciencia de su propio Espíritu y queda en grado de reconocer y vivenciar el Espíritu Santo. Se realiza por imposición de manos y debe ser llevada a cabo bajo las claves del Sacerdocio de Cristo.
El Bautismo es el piso de la Consagración del creyente, es un Nacer de Nuevo, y desde ahí la vida del Hombre da un vuelco hacia la inmortalidad y la gloria celestial.
Con el Sello Bautismal todo hombre y toda mujer pueden ser Sacerdotes y cumplir los pasos superiores de su consagración en la tierra.
Con este Sello, que se constituyen en un Sacramento: El Bautismo, el Hombre ha iniciado su caminar para llegar a hacer la Voluntad de Dios en él. De acuerdo con esto, es fundamental que el Bautismo sea una acción consciente, por lo tanto, todo recién nacido, como es un Ser inocente, no necesita bautizarse pues está en la plenitud de la Gracia. El bautizar a niños es aseverar que Cristo no vino.

Testimonio: El despertar de mi Espíritu.

Me Bauticé y así comencé este Camino de Consagración y Sabiduría sin saber ni pensar plenamente lo que era, solo sentía que mi espíritu me invitaba a conocer a Cristo. Con cada charla que tenía, mi espíritu se emocionaba y vibraba al conocer la Verdad de Cristo, que es un Dios muy distinto al cual yo conocía. Me maravillaba el saber que era un Dios Vivo, un Dios que nos habla, escucha y nos guía, un Dios que ha existido desde siempre. El conocer el Hecho Crístico cambió totalmente mi visión sobre la vida. Saber que el mismísimo Cristo encarnó en un hombre para cumplir con el Plan Perfecto del Padre, y que fue Él quien bajo La Gracia, y en una clara manifestación de su infinito amor por nosotros, nos liberó de los infiernos y reestableció el espíritu, la verdadera vida, en nuestra existencia.
Cada vez que hablaba con mi guía, sentía una alegría tan grande y me preguntaba por qué en la iglesia nunca nos habían dicho estas maravillas: que éramos salvos, que estábamos bajo La Gracia, que ya no nacíamos en pecado, que nacíamos inocentes, y que por ende, entre otras cosas, no es necesario bautizar a los niños, que son seres puros. No lo entendía y en mi cabeza no cabía el motivo de ocultar todo el portento que encierra el Hecho Crístico. Ahora, después de haber iniciado este Camino de Consagración, entiendo las razones de por qué las instituciones religiosas no admiten esta gran verdad, y es que si se conociera esta realidad, perderían el poder que tienen sobre sus fieles, y ya no tendrían más ovejas que guiar, porque el Hombre sería libre y se guiaría por la relación personal con Cristo.
En mi Bautismo por Aguas (Purificación) y por Fuego (Sello del Espíritu Santo), sentí que estaba viviendo lo más emocionante y liberador que me ha pasado en esta existencia. Saber que con estos Sellos soy partícipe del Plan de Salvación, que tengo una Pertenencia al Cristo Vivo, y que por ésta seré reconocida en los Cielos, es el goce más grande que he podido experimentar.
Y es así como conozco a Cristo, ese Dios que nos guía por el Camino que nos conduce al Padre; y es la Madre Espíritu Santo quien me entrega la claridad de que debemos llegar a ser Agentes del Reino sobre esta Tierra, y que esta vida que el Padre me ha otorgado tiene por objetivo cumplir con Su Voluntad.
Desde mi Bautismo, cada día es una nueva oportunidad de aprendizaje y de elevación de mi espíritu, y mi sustento es Cristo, porque me da su alimento divino, vivo Su poder transformador y Su Amor. Desde mi Bautismo he podido desarrollar una relación personal con Cristo y hoy entiendo claramente la enseñanza que Jesús le manifestó a Nicodemo: La opción para la verdadera vida es Nacer de Nuevo.

Rosa Murillo
Consagrada Bajo Sacramento.

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