Si Dios Quiere...
Es importante darse cuenta de esto, ya que aún en la “semi-inconsciencia”, reconocemos a Dios como Ser superior de quien depende nuestra vida.
¿Qué quiere Dios para mí?
¿Qué quiere Cristo de mí? ¡Qué persona no quisiera saber esto!: el tener esta información valiosísima para saber administrarse en el mundo. Yo recuerdo que en mi adolescencia, un aspecto que sentía como muy injusto, y que con el ímpetu de la juventud le reclamaba a Dios, tenía que ver con no saber que esperaba Él de mí para no cometer errores en la vida, sobre todo que en ese momento yo vivía bajo el fraude de creerme “nacida en pecado”, y no sabía que este tema estaba saldado y aclarado con la venida de Cristo en Jesús, y la gran liberación producida luego de los Tres Días de Su Victoria.
Hoy transito un Camino de Verdad y conciencia, donde tengo certezas de alcanzar a conocer lo que Dios quiere de mí, lo que constituye un inmenso regalo que se obtiene bajo La Gracia de nuestro Señor, la cual está abierta para todo creyente. Por lo mismo, desde hoy mi mayor meta en la vida, mi “brújula” y “mapa del tesoro”, es mi Pertenencia a Cristo, que debe estar a la base de todo mi actuar, y ser coherente con un plan personal de trabajo, para llegar a comprender y compenetrar, hasta ser lograda en mí, la Voluntad de Dios.
Todo Consagrado, bajo la Ley de nuestro Dios JesúsCristo, transita este camino para llegar a descubrir quién es y qué quiere Dios de él, lo que llamamos índole, y luego trabaja por hacerla realidad, para llegar a ser lo que verdaderamente es, que no es otra cosa que “poner por obra la Voluntad del Padre”. Aquí es Cristo Dios quien guía. Su Amor y Misericordia son inconmensurables. Otorga un Orden para administrarse conforme a Su Ley, y así conduce de acuerdo a lo que cada uno es y al grado de avance en el camino. Asumir esto es asumir la Pertenencia a Cristo.
Desde ahora en adelante mi compromiso es vivir conforme a lo que es la Voluntad manifestada por Dios en el espíritu que me vive, siendo coherente con su consecución, suscribiéndome a las indicaciones que Cristo me advierte, porque en esta Pertenencia, en este caminar bajo la obediencia, están contenidas las claves para su logro. Así, espero dar un salto para llegar a ser lo que Cristo Dios me manifiesta hoy en esta etapa del camino.
Por tanto, como se ha dicho tantas veces, el camino no es “Cristo dice y yo obedezco”, eso es obediencia ciega, por tanto ovejuna, de un rebaño que no piensa ni reflexiona. Dios no espera que lo sigamos sin saber por qué ni para qué, eso no es caminar, es dejarse arrastrar y Cristo espera más de nosotros, justo lo contrario, para eso nos lo da todo y nos entrega al Espíritu Santo.
La clave entonces es: “Cristo me habla (Pertenencia) en mi particularidad (índole), yo agradezco, investigo, estudio, discierno, tomo conciencia y me vivo la Consagración de acuerdo a las luces que Cristo me entrega”, que corresponde a un nivel de obediencia iluminada: la obediencia de un Consagrado a Dios, en donde es clave la Sabiduría que emana de la Madre Espíritu Santo.
Por tanto, ya superamos la frase “Si Dios quiere…” (y no está mal estar consciente de ello), en el entendido de la claridad y en el anhelo genuino de autorizar que nada de lo que nos propongamos se concrete si no es agradable a Dios, y por tanto, si no está bajo el Orden de Dios Padre.
Ahora avanzo en la conciencia de lo que Dios quiere y espera de mí. De ahora en adelante mi oración es: “El Espíritu Santo me instruye, Cristo me construye”, yo solo camino de acuerdo a lo convenido con Dios, con la mirada y el anhelo puestos en el paso siguiente.
Los creyentes que aún no alcanzan la Gracia de la Consagración tienen la posibilidad de prepararse para llegar a esta etapa, y conocer lo que Dios espera de ellos. Para ello cuentan con el Magisterio del Espíritu Santo, y podrán disponer de todas las herramientas que entrega un camino de Santidad y Sabiduría como este.
Que la urgencia de Cristo sea tu urgencia… y no otra.
En Cristo, mi Señor,
Hermana Paz Ojeda
Consagrada Bajo Sacramento Read more...